viernes, 23 de enero de 2009

Podría ser el inicio de una gran novela...

De madrugada, un coche circula a gran velocidad por la autovía serpenteante de la Costa.

Oscuridad en el exterior, trufada ocasionalmente por las luces artificiales de las farolas y de alguna casa. Al tomar una curva se puede ver el mar y la plata de la Luna reflejada en la espuma de las olas.

Oscuridad en el interior del vehículo. Música. Nuestro héroe, que conduce solitario, está sumido en sombrios pensamientos. Sangre, de recuerdos. Sudor, se siente sucio y cansado. Y también lágrimas...

De pronto, un fulgor de escasas milésimas de segundos le ciega a través del espejo retrovisor. Mira hacia el espejo y no ve nada. Todavía deslumbrado, sólo ve la Oscuridad. "No hay nada, no hay nadie. Nadie". ¿Quién iba a haber en esas malditas horas del alba? Sólo existe un coche circulando por la autovía, mientras los demás sueñan.

"¿Qué ha sido esa luz?" Se pregunta, saliendo por unos instantes de sus reflexiones... a las que vuelve inmediatamente, siguiendo la rutina de la conducción. Quiere llegar a casa. Y olvida el destello.


Días después, nuestro protagonista recoge una nota de su buzón de correos... Una nota que le dice que hay una carta certificada en la Oficina de Correos de su barrio. Le hace recordar la luz de aquella noche. ¿Otro misterio?

A la mañana siguiente se acerca a la Estafeta a recoger la carta... Y descubre que la realidad no tiene nada de poesía, no hay misterios, secretos ni enigmas.





1 comentario:

  1. Mal de muchos......
    Granada tiene que estar invadido por ovnis que lanzan flashes, y si no que me lo pregunten a mi.
    No sigo la historia porque me encrispo

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